No, no pienso hablar de la serie. No la he visto, así que no sé ni de qué va. Sin embargo, sí que quería lanzar una reflexión rápida que estos días me viene asaltando.
A menudo, cuando ves películas clásicas y ves esos romances tan del Hollywood clásico, te imaginas a los actores teniendo tórridas aventuras durante los rodajes. Te dices a ti mismo: Joder, si ante la cámara son así, ¿cómo serán cuando las luces se apaguen?.
Eso mismo pasa cuando juntas a dos actores jóvenes y guapos para hacer tu corto. Piensas: ¡Dios, la que me van a liar en el rodaje! Y luego te das cuenta de que... ¡no es para tanto! Las relaciones humanas son sin duda contradictorias y, cuando esperas que las cosas sucedan, son cuando menos ocurren.
Sancho y Aitana son dos actores guapetes, no me digáis que no. Miradles en la foto. Los dos son jóvenes, guapos y están como una cabra. Además, sabes que no tienen problemas a la hora de actuar y se tiran a la piscina sin poner pegas, con lo que sabes que cuando les pidas que hagan esa escena de cama que hay en tu guión, no te dirán tonterías del tipo: Pero besos, no... Sin desnudarnos... que no se me vea nada... y otras del mismo tipo que se suelen repetir en los rodajes de los cortos.
Es entonces cuando dices: ¿pasará algo entre ellos? Cuando todo indica que podría ser que sí, resulta ser que no. Porque ellos, jóvenes, guapos y como una cabra no se atraen. No existe química entre ellos, no se disgustan, quizá tendrían un desliz, pero no se lo plantean porque no se sienten atraídos. Sin embargo, en pantalla funcionan.
FUNCIONAN. Así, con mayúsculas. ¿Y por qué? ¡Si no se atraen nada de nada! Quizá sea esa misma barrera entre ellos la que hace que funcionen en la ficción. Es como cuando te quedas en la habitación solo con una chica que no conoces tan apenas y que sabes que no estaría bien nada con ella. Existe cierta tensión entre los dos por esa misma barrera. Ese muro es el que hace precisamente que os atraigáis.
En la ficción están obligados a gustarse y, precisamente por esa condición, es lo que hace que la tensión entre ellos funcionen. Por eso precisamente, te das cuenta que Gable y Vivien Leigh funcionaban. Porque fuera del set se llevaban a hostias. O lo mismo con Errol Flynn y Olivia de Havilland, que no se soportaban pero luego parecen un par de tórtolos. También hay excepciones, claro. Bogart y Bacall no quedarían igual si no existiera esa chispa entre ellos...
Pero, excepciones aparte, la química entre los humanos es sin duda una cosa extraña. Más aún en la ficción.
Aunque en la vida real tampoco se queda corta...
2 comentarios:
Para que Sancho se parezca totalmente a Errol Flynn sólo le falta una cosa: que toque el piano con el pene...
Quizás, en las próximas Vaquillas lo logremos!
Firmado,
El Presidente-Alcalde del Excmo. Ayuntamiento de Teruel.
Tú sí que sabes cosas, Presidente-Alcalde!
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