lunes, 27 de octubre de 2008

A VUELTAS CON LA CRISIS


Como es de suponer, nuestro blog, Una Calva en la Recámara (¡!), no puede permanecer ajeno a la actualidad del pochomundo que nos rodea. Así, a largo de una baldía tarde de domingo, mientras incubaba en la caverna de mi garganta todo tipo de estafilococos bicéfalos, me puse por casualidad una peli del bueno de John Carpenter (¡ese melenas!). La película en cuestión es ¡Están vivos! (They live!, 1988). Seguro que a muchos os suena. Por ello es un estupendo ejemplo para abordar una vez más los numerosos beneficios para la salud que nos brinda la buena serie B.

Corre el año 1988 y los Estados Unidos sufren una profunda crisis de reconversión industrial (crisis que a la postre se extendió por el resto del globo): cierre de la alta industria y siderúrgica, cierre de las cadenas de producción de automóviles… Un panorama si bien conocido no por ello menos demoledor, que remite a crisis anteriores; igual sucede con Las Uvas de la Ira, de Steinbeck sobre las consecuencias de la Gran Depresión de 1929, que magníficamente adaptó el jefe Ford, con la ayuda siempre impagable de la mirada claroscura de Gregg Toland.

En éste panorama, no apocalíptico, pero ciertamente demoledor, aparece nuestro héroe: John Nada (homenaje al Juan Nadie que Capra esculpió en 1941). Nada, interpretado por el inexpresivo e hipermusculado wrestler Roddy Piper, camina por la carretera desde Denver, Colorado, donde según él mismo afirma “han cerrado 14 bancos”. Cual quimérico buscador de oro, tras la debacle de los estados interiores, John Nada busca fortuna en la próspera costa oeste.

Unos extraños cortes en la programación habitual del Canal 54, perturban a los espectadores de los suburbios de la ciudad: un heterogéneo grupo humano compuesto por miembros de la depauperada clase media norteamericana. En estos cortes en la programación habitual, un científico encuadrado a modo de busto parlante, advierte a sus conciudadanos de un complot para manipular y dominar a la clase media de todo el planeta (reducida en éste caso, y siempre, a la esfera norteamericana). El supuesto científico denuncia así una alianza entre las deshumanizadas elites humanas y una raza extraterrestre, a medio camino entre el anoréxico malvado de Masters del Universo y los invasores enanos de Mars Attakcs.

John Nada, de modo irremediable a causa de su protagónico temperamento, se ve pronto envuelto en la estrambótica intriga. Descubre que una organización secreta (religiosa y científica a partes iguales; terrorista, según las autoridades) fabrica gafas de sol en la trastienda de una Iglesia Episcopal. Como podéis imaginar éstas gafas de sol tienen una particularidad: en realidad, son un sofisticado dispositivo de visión que, cual objeto ominoso, permite, al que las posee la visión real del mundo que nos rodea. Así, cuando observamos el mundo a través de los ojos y las gafas de John Nada, vemos un mundo en blanco y negro donde los coloridos carteles publicitarios y las sugerentes portadas de revista, son sustituidos por mensajes grises y totalitarios del tipo:

OBEDECE
SOMÉTETE
CONSUME
CASAOS Y REPRODUCIOS

John Nada, tan lúcido como paranoico, inicia entonces un deambular por la ciudad, hasta que descubre el origen de la señal que enmascara los mensajes esclavistas y los convierte en agradables y necesarios reclamos publicitarios.

A lo largo de la película, John Carpenter, uno de los pocos maestro de maestros de la serie B, mantiene vivo el espíritu inconformista de la misma; un cierto espíritu de contracultura sesentera que la serie B, ya preexistente desde hacía décadas, absorbió de la mano del pope del género Roger Corman. Si bien el contundente mensaje de la película se termina diluyendo en una disparatada cinta de acción de bajo presupuesto con sometimiento extraterrestre de por medio, creo que al final de la proyección su mensaje logra trascender la misma.

Con esto no afirmo que ¡Están vivos! sea un preludio de Roger and Me (1989), el primer egodocumental largo del por entonces parado Michael Moore. Ni lo es, ni necesita serlo. La desolación independiente de Flint, Michigan, no es la desolación siliconada de Los Ángeles, California.

Sin embargo, Carpenter instrumentaliza como pocos los recursos de la ficción y su propio estatus dentro de la industria de Hollywood para enmascarar el propio mensaje de su película: un mensaje de corte político-revolucionario, que bien podría haber sido eliminado del inconsciente colectivo, como sucede con tantos otros (algún día llegará el momento de hablar de Peter Watkins). Sin embargo, su perfecto envoltorio de intrascendencia, la poca seriedad con la que se toma el film a sí mismo, es el enmascaramiento perfecto para una película que como Network: Un mundo implacable (Sydney Lumet, 1976), no tiene reticencias en llamar a las cosas por su nombre.

Así, la película, más allá del plomo y la pólvora que desgrana en su primera lectura, es un sutil juego de espejos en la mejor línea del cine metalingüístico: reflejos de espejismos en la pared y las gafas de sol convertidas en un estupendo dispositivo de visión cinematográfico. Espejismos en los que John Carpenter, lejos del intelectualismo europeo, confecciona una metáfora sutil sobre la naturaleza humana y los usos y ventajas de una serie B que, con tanta posmodernidad al acecho, estaba a punto de caducar.

Desde esta perspectiva ¡Están vivos! es una exquisita ventana indiscreta por la que asomarnos, perplejos una vez más, al mundo del ayer y a las crisis del mañana.


Vb


p.d.: Éste post está especialmente dedicado a Pablo Aragüés por dos razones. La primera, es que siento que hace décadas que no escribo (ni para el blog, ni para ningún sitio). La segunda, es que, sin duda ¡Están vivos! es una de sus películas preferidas dentro de la enloquecedora amalgama de influencias del cine norteamericano de los ochenta que Pablo atesora.

martes, 21 de octubre de 2008

Sombras en la pared

En un momento de Moteros tranquilos, Toros salvajes, Peter Biskind dice refiriédose a Peter Bogdanovich: “Era un ratón de filmoteca. Se  había pasado la vida viendo sombras proyectadas en una pared”. De un tiempo a esta parte llevo reflexionando acerca de lo que supone  ver  películas, lo que supone hacer películas y lo que supone vivir. 


El libro  de Biskind es un buen compendio, como un diccionario al que puedes acudir de vez en cuando, para consultar y releer. Biskind habla de Bogdanovich como un tipo que jamás  había salido de Nueva York, que no conocía nada del mundo real, que no había echado un polvo, que jamás se había interesado por nada que no fuera el cine, en definitiva. De esta guisa,  un tipo como Bogdanovich se había pasado la ida “viendo sombras”, o lo que  es lo mismo, viendo películas. 


Por  más que quiero, no puedo pensar en  otra cosa  que en el mito platónico de la caverna. Allí, los tipos estaban condenados a ver las sombras de la gente  y a  creer que eso era la realidad. Entonces ¿ver  sombras o siluetas de actores recortadas en una pantalla blanca puede ser otra forma del mito de Platón? 


Cuando Bogdanovich se enfrentó a su primera película de estudio, titulada irónicamente La última película (The last picture show,  1971), lo hacía con el convencimiento de que “estaba haciendo mi película John Ford”, como él mismo decía. Se enorgullecía de que las críticas de los diarios más prestgiosos compararan su filme con Ciudadano Kane y se  volvía loco años después,  rememorando su  filmografía diciendo que, igual  que ´ésta era su película Ford, tenía también su película Haws,  su filme Welles... 


Bogdanovich vivía dentro de su propia película. La película de hacer películas. 


Sn embargo, su mujer de aquél entonces, Polly Platt, a  pesar de  sentir el mismo amor por el cine que él, no veía las cosas del mismo modo. Ella había crecido en  Europa  y también había vivido en el interior del Estados Unidos más mirserable. Había viajado, había conocido mucha gente, había comido, dormido, follado, pensado en muchos idiomas y de diferentes maneras. En resumen, había vivido. Había vivido, y eso era  precisamente lo que Peter  Bogdanovich no había hecho. ¿O sí? Bueno, él había vivido a través de las  películas. Había vivido en su caverna (el cine) viendo las  sombras de la pared  (John Wayne y Monty Clift conduciendo el ganado en la pantalla). 


Platt conocía cada  detalle de la novela de McMurtry y sabía cómo ponerlo en la pantalla. Había pasado por todo eso de follar con incomodidades en un coche, hacer que el tío se calentara las manos para tocar los pechos, ver cómo en las pequeñas comunidades todos sabían todo de todos y se jodían - a veces  literalemente - los unos a los otros...  ella sabía lo que era eso, Peter no. 


Muchos dicen que ella dirigió tanto la película como él, y muchos también dicen que Bogdanovich no volvió a hacer películas  tan buenas cuando se divorció de Platt. Y no es que algunas no estuvieran bien, es que no estaban tan bien. ¿Por qué? Porque eran películas de sombras en la pared, películas sobre películas. Si La última película es tan buena, es por toda la miseria real que contiene y fue Platt quien logró inyectarla. No digo  que ella dirigiera la película. Bogdanovich sabía perfectamente dónde poner la cámara y cómo montar cada plano. Exacto, él de lo que sabía era de cine. Sin embargo era Platt  quien  sabía cómo la chica debía colgar el sujetador  en el rerovisor. Y sería ella quien le diría a Peter cómo debía decirle  a la  actriz cómo colgarlo.


Bogdanocich dejó a Platt  por Cybill Shepherd, de igual modo, por vivir la película de liarse con una modelo de portada. Eso es lo que le dijo a su  mujer para dejarla, que era una fantasía que no podía rechazar. 


“Deja de hacer las películas de otros, haz las tuyas, coño” Lamata siempre me decía eso. “Déjate de homenajes, joder”, Vigalondo siempre que repetía lo mismo. Sin la autocrítica no seríamos  nada y, por eso, he de reconocer que la mayor parte de mi vida, he vivido a través de las sombras de la pared y que he aprendido a hacer cine rehaciendo el que veía. No es ninguna tontería, es como un pintor que aprender copiando los cuadros de otros pintores. En vez  coger cuatro naranjas y dos peras, coge un cuadro que  ya existe y copia la copia de la realidad.


Uno de los cineastas a los que más he  copiado ha sido a Peckinpah. Sin embargo, siempre había intentado hacer las cámaras lentas, los cortes de montaje... todas esas argucias  técnicas que veía en sus películas. Con el tiempo y las hostias de la vida, volviendo a ver películas como La huída, ya no veo persecuciones y montajes paralelos, sino fantasmas. Los fantasmas  que acosan a McQueen, sabiendo que su mujer se ha acostado con su mayor enemigo, para sacarle de la cárcel y, sabiedo pefectamente, que volvería hacerlo para sacarle de nuevo. Cuando  Mc Queen para el coche y la abofetea, no sentía nada especialmente, salvo un acto de violencia. Hoy veo los fantasmas de McQueen, los celos, la  impotencia, todo lo que no puede decir y por eso la maltrata, a pesar de que sabe que  lo ha  hecho porque  le quiere. Lo mismo pasa con Perros de paja. Puedes ver las hostias y la violación y todo eso. Pero yo hoy veo a Hoffman sentado en una roca, con la escopeta en la  mano, sabiendo que su mujer le ha  empujado a ir a esa cacería para que los otros vayan a por ella y la violen. Hoffman sabe que debería ir a rescatarla, que ella lo querría, pero también sabe que si entrara por la puerta, sería ella quien le diría que no es  más  que un pedazo de mierda, que se largara. Y ella seguiría allí, con todos esos palurdos ingleses entre las piernas. 


No  me arrepiento de haber visto sólo sombras  durante tanto tiempo. Creo que, precisamente por eso, hoy soy capaz de ver los fantasmas, las miserias humanas. Porque, en esencia, el cine que  más me ha gustado siempre no habla otra cosa que de las miserias de cada  uno. Y por eso Kubrick me ha gustado tanto siempre, quizá. O si no, ¿quién podría hacer una película de terror y basarla en la miseria de una familia,  una hsitórica de aventuras y retratar las canalladas y miserias de la época, viajar al espacio y más allá y sólo concebir la estupidez y la propia inutilidad? 


Cada día me gusta menos el cine vacío. Por ello no quiero decir que no me lo pase bien y no por ello me encantan los pedantes, de repente. Pero sí que es verdad que si en una película cualquier de hoy en día, Quemar después de leer, por ejemplo, me gusta ver las miserias y la sensación de real de  unos  personajes que viven aventuras extraordinarias. Hace poco volví a ver Regreso al futuro 2 y me di cuenta de que quizá sea  la película más autoreferencial y más intracinematográfica que exista. No habla de nada real salvo dentro del universo ciematográfico. Y quizá, aunque hoy día me sienta más distanciado con ella, no deja de gustarme, pero tampoco sería la película que, hoy día, me encantaría volver a ver o, incluso hacer.


Uno de los más afectados por las sombras en la pared es Tarantino. Es posible que no podamos decir que ha hecho una película mala. Salvo Kill Bill 2 (un coñazo) y Death Proof (más  irregular que  la hostia) todas sus películas son absolutamente maravillosas. Pero ¿de qué carajo  hablan? De otras películas. Y eso es una fórmula que se agota. Quizá sea eso lo que le está ocurriendo ahora y por eso sus películas se desinflan. Quizá las  siguientes que haga sean películas que miran a la realidad y no a la proyección de las sombras.


Aunque para eso hay que recibir golpes, eh. Auténticas hostias como panes.


Y encajarlas, claro.

jueves, 9 de octubre de 2008

Apoteosis en Mesopotamia

Ha sido un fin de semana movidito pero repleto de cosas buenas. El domingo estuve realizando el concierto de Saxon, que descargaron todo su heavy clásico en Zaragoza. La verdad es que se lucieron mucho más que, incluso los cabeza de cartel, Twisted Sister. Esa noche, cerré con Thomas (mánager) y Biff (vocalista y Rey Arturo de Perceval) varios temas. A finales de año, sale el nuevo disco del grupo y en él, se incluirá un DVD con el propio corto Perceval en su metraje íntegro. A principios de diciembre, en tierras inglesas (más concretamente en un castillo de las highlands) rodaremos su próximo videoclip. El tema es más bien melódico y se titula Batallions of... no se qué, pero está muy bien. Todas las Ratas estarán invitadas en cuanto se confirmen las fechas de rodaje. Montaremos además un cirio de luchas en el propio castillo con especialistas... Toda la información será dada a su debido tiempo, tranquilos.

Por otra parte, al día siguiente, realicé el concierto de Violadores del Verso, una experiencia realmente cojonuda. A su vez, prepararemos para finales de noviembre (a su vuelta de Latinoamérica) un vídeo del directo - realizado a seis cámaras - de los cuatro temas que hicieron con Soziedad Alkohólika (Política del miedo, Zombis, Máximo Exponente y Vicios y Virtudes). Ni qué decir tiene que para mí, todo esto es un orgullo y un auténtico placer que me llena de ilusión. Hace un año les escribí esta carta de amor, tras verles en directo en Independencia. Hoy, espero dedicarles otros versos de amor con el vídeo. Me dejaré los huevos en hacer algo guapo. 

Por último, el videoclip de los Frutas y Verduras ya está listo. Creo que el estreno será el 7 de noviembre. Pero de eso, ya hablaremos más adelante...

miércoles, 1 de octubre de 2008

Frutas- Fotos

Bueno, pues aquí están unos pequeños souvenirs del rodaje del videoclip Nuestro momento, para los ojos curiosos, cortesía de mi brother, Álvaro.

David Acereto, cámara en mano, rezando para que yo no lo estampe contra el suelo. Ainhoa, siguiéndonos los pasos, ¿o nosotros los de ella?

Aitana y Fran calculado milimétricamente...

... lo que va a pasar un instante después.

Seguramente lo que les estuviera contando a Ángeles y Fran sería menos interesante de lo que parece en la foto.

Happy end en pleno corazón de la Magdalena. ¡Qué gusto da estar en el barrio de nuevo!

Fotico de familia. Seguro que no son todos los que están, pero... bueno ya sabéis.

Para los que se animen, este viernes a las 22h.,  tocan los Frutas en el antiguo Café del mar. Pasaos!

P.D.: Y el domingo Saxon en Interpeñas. Servidor estará realizando el vídeo del directo. Y al día siguiente, Violadores del Verso. Cita ineludible.