domingo, 10 de mayo de 2009

Trilogías

Siempre que se habla de las grandes trilogías de la historia del cine se habla de El Padrino, de Star Wars, Azul, Blanco y Rojo, o de alguna otra que ahora mismo no me viene a la cabeza. Todas ellas están muy bien, sin embargo mi trilogía predilecta siempre ha sido Mad Max. Y por diversas razones.

En primer lugar, porque la trilogía está conectada de tal manera que, sin ser una continuación de drama de personajes entre una y otra, sí que evoluciona de la anterior a la siguiente. Quiero decir que, excepto Max Rockatansky, el personaje al que da vida Mel Gibson, ningún otro secundario tiene cabida de una película a la siguiente (exceptuando una pequeña aportación, más autorreferencial que dramática, del piloto de autogiro de la segunda, que luego es piloto de avión en la tercera). Pero a excepción de esto, el hilo conductor es Max, que nos lleva a través de las tres películas a una progresiva decadencia de una posible futuro en el que todo se va al carajo.

Mad Max, salvajes de autopista supuso un soplo de aire fresco en la cinematografía mundial de finales de los 70. Unos australianos locos, que habían hecho una peli de acción por cuatro perras que estaba de puta madre, que era una locura en ese momento. Solo por su arranque, ya merece la pena:



Que una película empiece con un rótulo que dice: A few years from now... ya me parece que es una joya. Si a ello sumamos, que la caravana que se va a la mierda es la del propio George Miller, director del tinglado, más me gusta. Si recordamos que Taratino se fusiló ésta persecución para Death Proof (sin superarla), todavía me gusta más. Sobre todo, cuando tiene una presentación de personaje como esta:


The Road Warrior (me apasiona que el título no tenga nada que ver con la anterior) o como se tradujo aquí Mad Max 2, el guerrero de la carretera es una segunda parte apabullante. 1 hora y 28 minutos frenéticos en la que no se detiene la acción en ningún momento. Es una más que honrosa secuela y apunta el primer cambio: ya no estamos en los agonizantes 70's, sino en los primeros 80's del cyber punk y la estética decadente y oscura que Blade Runner, Split Second y otros filmes de la época se encargarían de hacer traspasar fronteras.

Además, con un arranque tan drástico, qué más se puede pedir:


 
Y si el principio es tremendo, qué decir de esa persecución final con gente saltando de coche a coche, con un camión, motos, bólidos y un autogiro... Servidor se la vio unas cuantas veces para hacer Huida a toca teja, salvando las distancias, claro está.



Y si la segunda película mostraba cómo la gente ya había salido de las ciudades y se refugiaba en donde podía, donde ya la lógica policial y judicial que todavía agonizaba en la primera, se había diluído en el caos más absoluto, la tercera entrega Mad Max, más allá de la cúpula del trueno, es una locura de proporciones bíblicas. La gente se ha empezado a organizar - el instinto tira - y han empezado a crear ciudades de la nada. Donde antes solo había pillaje, ahora han vuelto al trueque. Es una sociedad prehistórica en el futuro... (me encanta) y como todo se va al garete por el petróleo, se las han ingeniado para convertir el metano de la mierda de cerdo en combustible. 


A mi este arranque me parece tan redondo como ridículo. Con esos ecos de Lawrence de Arabia y Hasta que llegó su hora... Es sintomático de su tiempo, los languidecientes 80, en que la estética cyber punk ha dejado paso a la "Duran Duran" y ¡hasta la mala de la función es, ni más ni menos, que Tina Turner!



La música de las tres películas me parece prodigiosa, pero la de esta última, sobre todo el tema al saxo con ese vibrato de ésta última secuencia en al que busca pelea el bueno de Mel, lo incluyo dentro de los greatest hits en cuanto a bandas sonoras. 

Por otra parte, mucha gente critica la parte de los niños en esta tercera película. A mi me parece que es justo lo que correspondía, porque es el reencuentro con la inocencia que representan esos chavales, lo que hace que Max les ayude a encontrar el rumbo. Ya no es hacer cumplir la ley y vengar a su familia, como era en la primera película; ni conseguir un poco de gasolina para continuar el viaje y alejarse de sus fantasmas, como pasaba en la segunda. Ahora Max se da de bruces con lo que había perdido: su inocencia. Y hace que los niños salgan de ese "paraíso" en el que viven, para que sean ellos, desde su visión inocente y rousseauniana del mundo, los que hagan crecer la nueva sociedad y no los mentes podridas de Tina Turner y sus compinches. 


Cont'd


Y, cómo no, la persecución final, está a la altura de las circunstancias, esta vez con tren tuneado incluido (pongo sólo un cachito):



Y hasta aquí. Luego George Miller empezó con Babe, Happy feet y esas historias y el bueno de Mel a dirigir películas, las cuales no están nada mal. A mi Apocalypto me volvió loco. 

Mad Max me parece el culmen de los thrillers post-apocalípticos, porque en su trilogía resume lo que muchas de estas películas tratan de hacer: mostrar la decadencia de una sociedad en decadencia. Otra grandes joyas, como Terminator o 1997: Rescate en Nueva York, son grandes en sí mismas, pero no unas secuelas respecto a otras. Sin embargo, aunque las secuelas de Robocop son infumables, sí que se ve una evolución en la compañía monstruosa que es la OCP y cómo devora a las personas. No olvidemos que esas siglas significan Productos Omnio Consumo. Eso sí que es terrorismo.

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