Después de una apasionada charla con ese grande entre los grandes que es Víctor Berlin, hemos llegado a la conclusión sin discusiones: Sidney Lumet es el más grande.
Yo recuerdo estar en el karaoke de Mostenses (Madrid) cuando se organizó el pifostio por Nacho (Vigalondo) por el tema de los Oscar. Lumet recogía el honorífico. TODOS nos levantamos y aplaudimos. Yo creo que unos cuantos lo sentíamos de verdad. Recuerdo a Cobeaga aplaudir con la misma devoción que yo.
Lumet no solo ha hecho películas grandes (Sérpico, Tarde de perros, etc ad infinitum...) Sino que, para algunos significaba la energía de ese día: Su libro (que el amigo Nacho Lasierra recomienda en su blog) Así se hacen las películas, ha sido la lectura obligada durante mañanas previas a unos cuantos rodajes (propios), sin ánimo de comparación, ahora que sí como inspiración (con mejores o peores, sobre todo, resultados).
Con ochenta y tantos, que el cabronazo se haga Antes de que el diablo sepa que has muerto, aporta tanta esperanza como desconcierto: ojalá todos conserváramos esa lucidez a sus años y, como no, dispusiéramos de su talento.
Cuando el poco que tenemos lo desperdiciamos todos los días...
4 comentarios:
Me inclino ante aquél que metió a Henry Fonda y a sus doce apóstoles en una habitación y nos dio hora y media del mejor debate de la historia del cine.
¡¡No podría estar más de acuerdo!!Con la entrada y el comentario.
Hablar de Lumet es hablar de cine con mayúsculas. Y con 12 hombres sin piedad...¡qué se puede decir! Es una película inmortal, que no envejecerá nunca. Es LA PELÍCULA
-ya sabéis mi devoción por este film -
¡Larga vida a Lumet!
Saludos!
Hoy mismo he terminado el libro, y qué decir, es una maravilla. Transmite a la perfección su amor por su trabajo, su talento y su humanidad a la hora de equivocarse (ah, y que los chóferes son unos sin vergüenzas). Gran libro, y gran director.
A mi me encanta cuando habla de esa costumbre entre el equipo inglés de fotografía, lo que llaman "las onces". En la que el meritorio trae té y pastelillos rancios untados en aceite de salchicha y entonces dice: "¿te has dado cuenta de lo bien que te sientes haciendo una película?".
No hay mejor escuela que ese libro e intentarlo, intentarlo, intentarlo. Me considero afortunado por haber cruzado dos minutos de palabras con Tarantino y que me dijera eso: "Keep on doing".
De Lumet sólo puedo decir lo que ya he escrito.
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