domingo, 8 de noviembre de 2009

Ebro Springs

Y lo llamo así porque es el primer año que veo tanto corto en inglés, incluido el mío que está en spanglish.

Parte I

Tengo que decir antes que nada que, a pesar de que los cortos los encontré más flojos - incluido el mío - que los últimos que había visto en 2007, hay algunos que destacan. Sobre todo Daniel´s Journey, que me parece un acto puramente cinematográfico.

No soy yo muy dado a la animación y menos en formato de cortometraje, pero he de decir que para mí, éste ha sido el mejor corto de este año y así me habría gustado verle ganar, además de ver a un corto de animación ganar el premio gordo, ¿por qué no? Desde esta humilde página le mandamos nuestra felicitación a Luis Zamora por mantenerte durante 13 minutos pegado a la butaca, solo con cuatro dibujos básicos, unos diálogos perfectos y una música que te atrapan.

Pudiendo haber caído en sensiblerías y demagogias, Daniel's journey se aleja de todo eso para acercarse al cine en estado puro: cuando te olvidas de todo lo demás y te sumerges, al cien por cien en la película.

Parte II
Lo mejor de la noche fue la sesión crooner de mi hermano David Sancho en el autobús, repitiendo hazañas de 2007.

Parte III

Sí que hablaré de esa extraña cosa que es recibir premios. Sinceramente, recibir un premio al mejor director está muy bien, pero me parece una tontería. Hace años, muy posiblemente, me habría hecho ilusión, pero a día de hoy no le encuentro mucho sentido. En la época de Huida a toca teja quizá lo habría valorado o con Perceval habría sentido algo de reconocimiento. Pero hoy... hoy me da igual.

El problema es la fe.

Desde bien crío yo sabía que quería hacer películas. Tenía una fe absoluta en el cine. Fe obsesiva. No soy adorador de Kubrick porque sí. Lo que más me gustaba en el mundo era hacer películas. Hoy, lo que más me gusta es verlas.

Mi crisis de fe con el cine es como una crisis religiosa para un creyente. Yo siento que me he dado cuenta de que ni el cine, ni yo como cineasta, era lo que pensaba que era. Como le dije hace poco al amigo Nacho Lasierra, todos guardamos cadáveres en la nevera. Y esos cadáveres los puedes arrastrar para siempre. No hace falta que diga el nombre propio del mío, pues de todos es conocido y lo he dicho en esta misma página hasta la saciedad.

Sólo pude acercarme a volver a hacer un corto - algo que juré jamás haría - convirtiéndolo en algo que no fuera un corto: olvidándome del sistema de grabación convencional y sustituyéndolo por fotos; reduciendo el equipo a unos pocos amigos; haciendo cine de guerrilla; ser meticuloso, pero no obsesivo; olvidarme de storyboards y cosas prefijadas y tratando de disfrutar con el proceso. La cosa salió bien y por eso la experiencia mereció la pena. Ese nuevo medio que el shot motion me deja trabajar sin tener fe. Del mismo modo que el 3D me permite olvidarme de todo lo aprendido y volver a empezar.

La fe se pierde - fe en dios o en el cine o en lo que sea - porque se pierde la inocencia: cuando te das cuenta de cómo son las cosas de verdad, no vuelves a verla - ni a verte a ti mismo - del mismo modo. Por eso el 3D me ha dado la vida: porque al tener que aprender todo otra vez, he vuelto a ser inocente - o al menos más inocente - y sino fe, al menos sí que me trae esperanza.

No creo que yo fuera el mejor director anoche. Creo que Ciro se lo merecía porque su corto está lleno de sutilezas que muchos seríamos incapaces de poner en marcha; Luis Zamora está también en mi lista, porque a ver cómo te haces un corto así y dejas al espectador sin poder moverse; Fernando Vera o Pilar Gutiérrez también habían hecho un muy buen trabajo de dirección cada uno con su corto. Sin embargo, yo no puedo verme a mi mismo como un cineasta a día de hoy. Mirando los cortos que he hecho en retrospectiva, dudo tener el talento que crees tener y que te impulsa a seguir. Me veo a mi mismo como un profesional. No sé hacer otra cosa. Te hago un spot, lo mismo que un videoclip o una escena de acción. Entro en una habitación y planifico, monto y designo la puesta en escena sin parpadear. Pero ¿soy bueno? ¿tengo talento? ¿no me estoy meando fuera el tiesto?

A las dos primeras no sale un no claro, a la última le digo que sí. De mejor director nada, ya me gustaría acordarme de qué carajo es eso de dirigir.

Parte IV

Ayer se habló mucho del amor. Y eso me pregunto yo.

¿Dónde cojones está el amor?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimat. Lo que generosamente compartes hoy demuestra que has pasado a lo que yo llamo "fase de artesano"... Cuando uno deja de hacerse pajas mentales con su propio talento es el único momento en que puede pasar a ese "trabajador humilde" que llega con su caja de herramientas y lo mismo te hace un sinfonier, una mecedora o una mesa para dos (y quien dice eso dice escena de acción, spot o videoclip).
Cuando uno descubre que la vida va en serio (y para algunos de nosotros el cine es la vida) eso se llama crecer ¿perder la fe? probablemente, pero bienaventurados los que llegan a la liberadora y agnóstica fase posterior...

PD Tú puedes decir lo que quieras, pero con mi escueta experiencia de 10 años en esto... sé que tienes criterio y talento, rata.

A.

Aragüés dijo...

Gracias por tus palabras, A!

Álvaro dijo...

Pero mira que te metes caña a ti mismo. Aun tienes unas cuantas balas en la recamara.

Daremos guerra compañero!