La hemos cagado...

El fotográfo de guerra que Apocalypse Now que nunca hubiera podido ser Sean Flynn; el poli que vacilaba a Christopher Walken y le decía que los sicilianos descendían de los negros; el loco que aspiraba de una mascarilla mientras se ponía con Isabella Rosellini; Tom Ripley con su amigo Wenders; el virus de Last movie; el padre de La ley de la calle; el marido acomplejado de la última película de Sam San Peckinpah; ese teniente loquísimo de la secuela de La matanza de Texas; King Koopa en Super Mario Bros. (Wow!); ese cabronazo en esa pequeña maravilla que es Red Rock West; el malo cachondo de Speed; de nuevo ese malo fumador hasta la médula de Waterworld; tío distinguido en Basquiat, amigo suyo en la realidad; sucio en Blackout de otro sucio, Abel Ferrara; otra vez malo en Land of the dead; pedazo de aparición en El séquito; muchos otros, mejores o peores papeles, películas míticas o bodrios absolutos, pero Billy el Niño, ese greñudo loco que sonreía a las chavalitas de un pequeño pueblo de Texas en esa joya que es Easy Rider, mientras los lugareños hablaban de afeitarle el pelo con navajas oxidadas, ese tío que montaba su moto como si no hubiese nada más en el mundo, que decía sin tapujos que la libertad es muy bonita sobre el tapete, pero que nadie sabe un carajo acerca de qué hacer con ella, ese verdadero cabrón que volvió loco a medio Hollywood, ha muerto. In pace requiescat.

Aunque poca paz dio en vida. Para bien o para mal. Una vez acorraló a Irving Thalberg y le gritó a la cara: "¡Dinosaurio! ¡Nosotros vamos a acabar contigo!". Y vaya si lo logró. El cine dio un paso más gracias a él y los suyos.