5 minutos de gloria, la última película de Oliver Hirschigebel, debería llamarse como el título de este post. Veinte minutazos al comienzo que da gustazo ver. Una atmósfera rancia de Irlanda del Norte en los 70. Ese plano detalle de la salsa asquerosa que comen, que guarde el chaval la pistola entre sus juguetes y las balas entre las piezas de lego; que deje una recámara sin cargar para que no se le dispare; esa fotografía granulada y verdosa; los parajes asquerosos que visitan y que coman esos pastelitos rosas; en general esos 20 minutos redondos en los que se desarrolla el atentado que detona el filme: el asesinato de un obrero católico, ante los ojos de su hermano pequeño.
La película tiene dos partes más, las tres claramente diferenciadas, y ninguna está a la altura de la primera. Solo un par de detalles se salvan(cambiar shooting por filming, el plano secuencia donde Liam Neeson explica sus motivos o, esa toma falsa bajando las escaleras que tienen que repetir). A la que se suma la música del gran David Holmes.
Pero, por los veinte primeros minutos, merece la pena echarle un ojo.
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