viernes, 5 de junio de 2009

Hacer posible lo imposible

Hace un rato he salido de ver Terminator: Salvation. Imagino que habrá frikis de Terminator igual que los hay de Star Wars o El señor de los anillos. No me encuentro entre ellos. Para mí Terminator (la 1, sí. No la 2, eh) significó mucho cuando era chaval.

La vi en casa de mi vecino. Yo era muy crío, y mis padres no me dejaban ver pelis que tuvieran un mínimo de algo que pudiera acojonarme. Fue verla y cagarme de miedo. ¿Terminator 1? Sí, tíos. No por la violencia (la censura no iba por ahí), era más bien por la posibilidad de un futuro como ese. Allí nació mi terror y mi fascinación por los futuros desolados. Mad Max, 1997... lo confirmaron tiempo adelante. Pero allí, en aquél invierno de finales de los 80 (no sé el año concretamente) no pude dormir durante una semana. Por si fuera poco, al día siguiente de verla, me cargué a guantazos el Amstrad de mi padre, gritando incoherencias contra la dominación de las máquinas.

Terminator (sí, la 1) es posiblemente la película que más veces he visto en mi vida. Puede que seas un filmmaker interesado SOLO por Bergman y Tarkovsky y algo como T1 te la sude, pero al menos deberías interesarte por cómo se hizo. La historia de su realización (la cual no relataré, los interesados que la busquen, que se halla fácilmente) es un manual de trabajo para cualquier cineasta que quiera empezar a hacer películas. No en vano, James Cameron llegó a dónde llegó por todas esas tácticas de guerrilla que luego aplicó a las superproducciones.

La película original es un perfecto ejemplo de economía narrativa y de producción, un mecanismo de relojería preciso y un drama efectivo y que va directo al grano sin rodeos. Todas las que vinieron después no aportaron mucho más.

T2 es el perfecto ejemplo de secuela a descartar. Con todas esas chorradas de Sayonara, baby convierten en ridículo el espíritu de la primera película. T3 es un despropósito detrás de otro. Vigalondo nunca me lo ha perdonado cuando se lo he dicho (él es un fan confeso de esta secuela) pero esta tercera entrega es la peor basura que he visto en mucho tiempo. No sólo desvirtúa toda la esencia del universo Terminator, sino que emplea actores ridículos, música de risa y situaciones absolutamente deplorables. Sin embargo, sí que hay dos cosas MUY acertadas: el ataúd lleno de armas y que Skynet no exista, porque todos somos Skynet. 

T4, sin embargo hace posible lo imposible. Como Batman Begins (ejem, con el mismo actor) resetea una franquicia echa añicos y la hace resurgir de sus cenizas para conseguir eso que es impensable: una película más que decente. T4 no es una gran película, pero es una buena pieza de cine de acción. Tiene ciertos baches insalvables en el guión, pero la atmósfera de la película te atrapa y durante dos horas estás en ese futuro de mierda.

Que un tipejo como McG haya logrado hacer algo decente es mucho, como convertir el agua en vino. 

Que T4 éste a la altura tampoco es moco de pavo. Para los que T1 significó mucho, es una verdadera alegría que continúe la saga con algo de dignidad. Y para los que, además, adoramos los thrillers postapocalípticos es reconfortante encontrar atmósferas cómo las de las mejores películas del género, que hacía tanto tiempo se había diluido en inciertos futuros de cartulina.

A ver por qué derroteros siguen...

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