Lo de pinchar música en garitos - ser DJ, vamos - es una cosa curiosa. Ayer estuve pinchando en El Zorro, hacía mucho que no pinchaba y desde luego hacía mucho que no era así.
Allí han transcurrido noches memorables en las que las camareras se subían en la barra y hacían el Angus y en las que, fuera, en la puerta, había cantidad de gente llamando a sus colegas para que vinieran. Por la música. Sencillamente.
Durante el otoño/invierno de 2007 viví situaciones así los jueves y los sábados y hasta ayer no volvió a repetirse del mismo modo. No pocas personas se acercaron ayer a felicitarme y a decir cosas como "me has alegrado la noche, tío. De puta madre". Eso es una satisfacción tremenda. Algunos salieron a llamar a sus amigos, y hasta un grupo se fue a otro bar, donde estaban sus colegas, y se los trajeron de vuelta. Ver a la gente levantar los brazos y gritar y a la siguiente canción que hagan lo mismo y a la tercera que metes que vengan y te lo agradezcan es suficiente para irte a dormir contento y para darte un con un canto en los dientes.
Existe un momento de conexión entre el pincha y el público, ese momento es mágico: cuando tú pones lo que sientes y la gente lo aplaude, porque siente lo mismo. Porque conectáis, porque estáis en el mismo momento...
Hay noches irrepetibles, ¿verdad?
Allí han transcurrido noches memorables en las que las camareras se subían en la barra y hacían el Angus y en las que, fuera, en la puerta, había cantidad de gente llamando a sus colegas para que vinieran. Por la música. Sencillamente.
Durante el otoño/invierno de 2007 viví situaciones así los jueves y los sábados y hasta ayer no volvió a repetirse del mismo modo. No pocas personas se acercaron ayer a felicitarme y a decir cosas como "me has alegrado la noche, tío. De puta madre". Eso es una satisfacción tremenda. Algunos salieron a llamar a sus amigos, y hasta un grupo se fue a otro bar, donde estaban sus colegas, y se los trajeron de vuelta. Ver a la gente levantar los brazos y gritar y a la siguiente canción que hagan lo mismo y a la tercera que metes que vengan y te lo agradezcan es suficiente para irte a dormir contento y para darte un con un canto en los dientes.
Existe un momento de conexión entre el pincha y el público, ese momento es mágico: cuando tú pones lo que sientes y la gente lo aplaude, porque siente lo mismo. Porque conectáis, porque estáis en el mismo momento...
Hay noches irrepetibles, ¿verdad?
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