sábado, 4 de abril de 2009

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Hace tiempo que los Saxon me tenían abducido y no había escrito nada sobre cine y tenía ganas. La verdad es que tampoco es que haya tenido tiempo para sentarme a ver películas a mansalva, pero sí que quería tocar varios palos: El luchador, para empezar.

No tengo ni idea de porqué tanto revuelo con esta bazofia que he visto en Telecinco un sábado a las 5 de la tarde como 357 veces. De igual modo que no entiendo la confianza depositada en un petardo como Aronofsky, sobre todo, porque no tiene ni una película que merezca la pena. Y, sí, por supuesto que Requiem por un sueño la meto en el cubo de la basura, en lo más profundo. Sinceramente, el bueno de Darren sigue anclado en el 96, con todo lo que ello conlleva de visto y revisto, además de esa pseudofilosofía grunge que apesta como el salfumán. El guión de El luchador es infumable. No está basado en nada real, por más que quieran meter con calzador el pasado pugilístico de Rourke, dentro de la promoción de la historia. Son todos estereotipos de la producción más casposa de serie B californiana. El otrora estrella con demonios con los que convive, pero de buen corazón, abandonado por todos menos por los niños de su barrio, enamorado de una stripper con alma (si hubiera sido una puta me hubiera levantado de la butaca y me habría largado) y con una hija con la que no habla, quien le odia y que, por supuesto, al final termina perdonándole.

No seré yo quien se pronuncie a favor de la orginalidad de los argumentos, pero sí que no está de más una vuelta de tuerca sobre los mismos. El luchador tiene momentos interesantes, como cuando los wrestlers hablan en el backstage acerca de cómo preparar las peleas; o cuando firman autográfos y se hacen fotos que cobran miserablemente y son todos unos tullidos; o cuando hay más emoción a la salida del luchador a la carnicería que al ring. Pero esos son tres momentos nada más. La película deambula en el melodrama televisivo trasnochado sin ningún pudor y no entiendo que mucha gente, incluida gente a la que respeto mucho, diga que es una obra maestra. Bastan sus diálogos para echarla por tierra. Cuando su hija empieza con eso de: "dónde estabas en mis cumpleaños, nunca te importé, bla bla bla", yo estaba a punto de vomitar.

Cierto es que Mickey Rourke está increíble, pero ¿cuándo no lo ha estado? Siempre ha estado en mis listas de favoritos, junto a Nick Nolte, Elias Koteas, Matt Dillon o Sam Rockwell. A hecho películas infames, pero siempre ha estado brillante. ¿Cuánto vale su sonrisa? ¡Si hasta Bukowski ha escrito sobre ella! Marisa Tomei están tan fantástica como en Antes que el diablo sepa que has muerto. Esos dos hechos son indiscutibles, pero ¿dónde está el resto de la película? ¿Qué ha pasado con la obra maestra de la que todo el mundo habla? Yo no la veo por ninguna parte. Y Aronofsky... bueno, cuando acepte que Kurt Cobain ha muerto, que "sus" 90 están a años luz y que sus rollos semidocumentales, semimelodramas, coñazo total... quizá haga algo interesante.

Y luego está Watchmen. Entiendo que, los fans de los cómics hayan hecho tanto lobby de presión para darle caña a esta peli, pero - y lo digo con total sinceridad - creo que no es para tanto. Zack Snyder es un tío grande. Para mí podrá ser el nuevo Fincher dentro de un tiempo, cuando retome la dirección que cogió con su debut, la muy grande Amanecer de los muertos. Sin embargo, 300 y Watchmen, a pesar de ser películas muy bien hechas, muy bien contadas y donde te entretienes como un crío todo el rato, no son nada trascendete, yo creo. No les quito importancia por estar basadas en cómics, Batman Begins fue de mis favoritas de 2005, pero creo que están sobredimensionadas. Cierto es que en lenguaje narrativo audiovisual han aportado cosas nuevas, pero no tan nuevas. Y Watchmen... para empezar es larga, para seguir trata un tema que hace 20 años podría ser curioso, pero hoy está pasado de moda, y todo tiene un aire que hace que te importe poco lo que les pasará a los personajes y al mundo entero. Además, la elección de varios temas musicales está pillada por los pelos. Creo que tan sólo el Halleluya de Leonard Cohen está de puta madre, pero los demás... Sin embargo, me gusta que en películas de "superhéroes" se vea sexo sin ningún problema. En estos tiempos inciertos de Crepúsculo y atrocidades similares, en las que vampirillos de tres al cuarto o hijos de pastores yankis (Jonas Brothers) ostentan anillos de castidad ante la chavalería convenciéndoles de negar el sexo y de esperar al matrimonio - nada inoportuno cuando hay tanto apolillado llamando asesinato al aborto y clamando contra los preservativos - hace que vea una luz al final del camino en la que, una película potencialmente para chavales defienda que se vea un poco de carne. Igualmente, que con True Blood. Para quien no haya visto esta serie, que se deje de Crepúsculos y de chorradas de meapilas. Ahí hay sexo para todos los gustos y con mucha naturalidad, que es lo que viene haciendo falta.

Y de Watchmen, poco más. Solo decir que el mejor personaje y que hace que la película se vea con interés es Rorschach. Los demás son más planos que una encimera. Sin embargo este tío loco hace que ver la película merezca la pena. Él y Malin Ackerman, a quien desde esta página defendemos totalmente de las acusaciones de que su actuación es lo que más deja que desear en la película. Mucho peor están casi todos los demás personajes.

Me ha quedado pendiente de ver RAF: Facción del Ejército Rojo, una película alemana que tenía muchas ganas de ver y, cómo no, se me ha escapado de los cines. Pero la alquilaré, tengo la esperanza de que arroje algo de luz en estos días de películas que ni fú ni fá. Por eso mismo ayer me vi Fraude de Welles, porque esa sí que es una afirmación en toda regla y para ella no pasa el tiempo. Está a 11 pavos en la Fnac. Sobran las palabras.

1 comentario:

Nacho dijo...

Vete a ver Gran Torino cuando saques un rato, y verás mucha luz entre tanta sombra en la cartelera.

Saludos!