lunes, 27 de abril de 2009

El hombre que no estaba allí (Vol. 2)

Otro de esos directores a los que se les menciona tan sólo de pasada - y no entiendo porqué - es William Friedkin. El amigo Billy, a quien da gusto escuchar hablar de cine en cualquiera de sus DVD's, es a menudo un incomprendido injustificadamente. Para empezar, hizo dos películas seguidas que todo dios conoce: French Connection y El exorcista.

A cualquiera que quiera saber de sus aventuras y desventuras, le recomiendo que sea lea una y otra vez Moteros tranquilos, toros salvajes donde se da buena cuenta de su carácter por aquellos locos 70. Podría hablar de muchas películas de este caballero, sin embargo lo haré sólo de tres: Carga Maldita, A la caza y Vivir y morir en Los Ángeles.

De Carga Maldita, qué poder decir aparte de que fue un batacazo enorme. La película, si bien es tremendamente precisa y entusiasma, no deja de ser la repetición del éxito de Friedkin hasta la fecha, a saber: ese estilo semidocumental de French Connection (una de mis películas favoritas, por cierto). Hay cantidad de vericuetos en esta trama rocambolesca, que incluso en determinados momentos recuerda a hazañas como Quiero la cabeza de Alfredo García de Peckinpah. Un estudio más extenso que el que voy a hacer se merece esta obra oscura y densa que pasó sin pena ni gloria en su tiempo y, hoy día es jodidísima de encontrar en DVD en España, Francia o Inglaterra (lo sé por experiencia. Si alguien sabe dónde conseguir, agradezco la ayuda). A mi me impresionó mucho de crío, recuerdo la imagen del camión tambaléandose en el puente colgante como si fuera hoy mismo. Y volver a verlo, impresiona, sobre todo con esa BSO de Tangerine Dream:


Y es que Friedkin, siempre se ha preocupado mucho por sus bandas sonoras. Esa electrónica minimalista, vuelve a aparecer de la mano de Wayne Chung en Vivir y morir en L.A., pero en A la caza, coge una selección del mejor rock del momento para ilustrar este thriller que en realidad no trata sobre una investigación policial, sino sobre la identidad sexual de Pacino. Yo tuve la suerte de ver la copia digital restaurada en HD en el Festival de Cannes de 2007, presentada por el propio Friedkin y a la que incluso asistió Tarantino. No es A la caza una película fácil de ver, tampoco es una película reconocida, pero es un thriller que sentó las bases de muchas cosas y, sobre todo, que te deja con una bofetada al final. Solo por el It's so easy de Willy DeVille (sí, Tarantino para Death Proof no lo descubrió del todo) y por esta escena de baile homosexual de Pacino, hacen de ella una película de esas que no tienen muchas semejantes. El bailecito no está mal, pero hay otro momento, en el que un tío le toca a Pacino una teta que es increíble. Pacino es la hostia.


Por último, una de mis película favoritas. Así, sin más. Vivir y morir en L.A. me parece una pieza única y mágica. ¿Por qué? Porque con ese aspecto de serie B podría ser una puta mierda y no lo es, es un pedazo de peli de acción de tomo y lomo. William Petersen está sensacional, la música es una locura, el montaje y la planificación son de una auténtico genio demente y el final... qué decir del final, vedla y me entenderéis. Me parece que pocas veces he disrutado tanto con una película como la primera vez que la vi. Bueno, que la volví a ver, porque esta es también una de esas películas que vi de crío y me impresionó. Quizá por escenas como esta:



Decidme si cuando Dafoe sopla la placa y aparecen los billetes no os volvéis locos. ¡Eso es cine en estado puro! Menudo lenguaje audiovisual el del amigo Friedkin. ¡Sin una sola palabra! Y, para terminar, la persecución. Se habla mucho de persecuciones en el cine. Siempre que si Bullit, que si French Connection... A mi hay unas cuantas que me gustan, como la de Instinto Básico, la Terminator o la de los Blues Brothers, pero la que me más loco me vuelve es la de Vivir y morir en L.A. El propio Friedkin dice que sabía que tenía que superarse. Me encanta que sea tan larga y por eso, está dividida en dos:



P.D.: Para Nacho Lasierra, tenías toda la razón Gran Torino está de puta madre. El segundo confesionario me encantó.