Como un encuadre torcido.
Como un marco desvencijado.
¿Cómo tender un puente? Si no somos ingenieros.
¿Cómo saltar el abismo? Si no somos atletas.
¿Cómo recordar? Sin cambiar, las cosas.
Yo ya no te reconozco y tú ya ni me recuerdas.
En el estanque flota sólo un anzuelo abandonado.
A ti, que tanto me escuchaste. Mudo soy hoy para ti.
Y yo, que tanto te escuché, soy sordo a tus mudas palabras.
Entre tú y yo, solo fango.
Ni fauna.
Ni flora.
Ni tundra.
Ni nada.
Barro oscuro. Sin vida.
A ti, a la que nunca te han leído tus derechos,
te digo que a mi nadie me explicó mis obligaciones.
Por suerte, a mi nunca me han bombardeado.
No vi nada en Hiroshima.
No recuerdo el fuego asesino que arrasó Gernika,
ni la dinamita volante que flotó sobre Dresde.
1 comentario:
Hiroshima, Guernika, Dresde...
sólo olían a dolor...
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