jueves, 22 de enero de 2009

Terrorismo Audiovisual

Después de muchas vueltas, agonías y allegros ma non troppos está en la red (y en móviles, claro) el reality de Bustamante Uno de los nuestros, el cual servidor realizó y levantó, con la inestimable ayuda del amigo Víctor a la edición y a resolver los imposibles. Al sonido, otra Rata conocida, el gran Sergio López-Eraña, mago del sonido que hizo y deshizo entuertos con más paciencia que un santo y logró que donde no había, HUBIERA. Nuestra amiga Tirma escribió el guión y además, hicimos nuevos amigos como Jordi Cruz, presentador de la movida y un tío de puta madre; y cómo no, Kike Santiago, operador de la serie y auténtico Rata por derecho propio, menudos días con sus noches que hemos vivido...

No he encontrado la movida en su web oficial (bustamanteunodelosnuestros.com), ni en youtube, ni nada parecido, supongo que es cuestión de tiempo. De momento, solo he logrado verla en msn videos, dejo aquí en link.

Colgar esta noticia aquí, me provoca sentimientos encontrados (ninguno malo hacia el artista de todo, Bustamante, claro está. Es un tío cojonudo), sin embargo la producción de este reality se extendió durante seis meses (languideciendo, incluso) y está poblado de recuerdos turbulentos. Pero como en esta humilde página preferimos quedarnos con los buenos recuerdos (así de gilipollas somos, mire usted) solamente haremos memoria de hechos históricos.

El término Rata nació en Perceval, pero el término Basura (y Basuras), nació en Uno de los nuestros. Basura es un tío grande, alguien que da todo de sí mismo sin dejar de mostrar su verdadera cara agónica y llena de podedrumbe. Un Basuras es todo lo contrario, alguien a quien hay que evitar. Alguien tirando a pijo y grandilocuente, cuando no es más que un mierdas (Conclusión, los plurales son malos, indica poca individualidad y fortaleza de espíritu).


Este diagarama que hicimos Víctor y yo, explica perfectamente las fases del estado de ánimo por el que atravesamos todos los implicamos en la producción de la serie. Nótese el gradual acercamiento al suicido... Fuera de plano (no cabía en el encuadre, claro) está la fase final, que es el Despido Improcedente. En su día no me pareció adecuado meterlo en plano, ya que me parecía una simple coña con la que rematar el asunto. El tiempo y las crisis, nos demostrarían que no era así.

Como decía, solamente haremos memoria de hechos históricos, como la primera noche en Zaragoza, donde Sergio y yo estuvimos tirados en una acera hasta las 6 de la mañana, declarándonos nuestro amor, haciéndoselo saber incluso a la Policía Local. Y cómo no recordar a Kike y a Pablo (sustituyendo ese día a Sergio) subidos en el tirachinas de las ferias de aquel sitio de kinkis (en la foto). Y su risa que se escuchaba in crescendo a medida que se acercaban a tierra...

En Santander (el bolo, en la foto) hubo días tremendos, donde la habitación de Jordi era nuestro centro neurálgico y su colcha siempre acababa hecha un Cristo.

O los papelitos ardiendo que me pasaban por debajo de la puerta mientras dormía (por no mencionar cuando casi incendio la furgoneta con sus ocupantes dentro en un fallo de cálculo); o también, en Barcelona, con Sancho y Luque, dándole bien a los arroces en el puerto, mientras la mirada del amigo de producción caía por los suelos...

Esta película la encontramos en una gasolinera de Soria. La España profunda... Lo mejor de todo es el detalle de V.O.

Ahí estaba yo, minutos antes de casi incendiar la furgo y sus ocupantes. Llegar a Madrid y encontranos esto...

No nos ayudó a recobrar la sensatez mental. Teníamos nuestra cabeza igual que el suelo de Montera.

De izquierda a derecha: Kike, servidor, Sergio y Jordi en la furgo de Busta con su chófer llevándonos de garitos por un Santander abarrotado. Todo esto nos hacía sentirnos humanos...

Eso en cuanto al rodaje, pero si este verano pasado ha sido grande por algo, fue por la postpo. Víctor y yo, dos Ratas, haciendo Hunters de nuevo. Es un reality y eso, a muchos de los que me tienen ganas, les dará razones para decir lo mal que hago las cosas o cómo voy perdiendo fuelle o váyase a saber usted qué. Aunque muchos de ellos me encantaría que dijeran DE VERDAD cómo se ganan la vida, que si queremos aquí todos somos filmmakers. Pero a lo que iba, que Víctor y yo vivimos unos cuantos meses en ese cuarto de las conspiraciones que era la sala de postproducción, donde logramos cambiar el cartel de la puerta por el de "Sala de prostitución" y logramos esa máxima del "Terrorismo Audiovisual" que es atentar con pequeñas dentelladas al mal y al capital. Quiebros coreanos les llama Víctor y tiene todo el derecho, que para eso es su máximo inventor.
Vimos (y grabamos) la puesta de sol en San Vicente de la Barquera con unos gin tonics en la mano... Ese día fue grande.

Visto ahora, el reality me parece a diez mil años luz de mi, pero significó una etapa en sí misma donde ganamos mucho y, posiblemente, perdimos más, pero que a fin de cuentas, nos hizo estar a cada uno donde estamos y donde vamos. Visto ahora también, me sorprende cómo pudimos meter tantos goles.

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