Es una verdadera alegría ver estos días carteles de Los Cronocrímenes en los cines de Madrid. No he vivido este proyecto tan de cerca como muchos de mis amigos o compañeros de piso, pero recuerdo esa tarde con Nacho, saliendo de su casa de Malasaña a ojear DVD's mientras me decía que había terminado la primera versión de Los Cronocrímenes, un guión que quería dirigir.
Yo intuía que la astucia de Nacho inyectaría en ese título una dosis de acción, mala leche y hostias como panes como antes no se había visto en el cine patrio. Y, el viernes cuando la vi, lo primero que pensé fue: Joder, de puta madre, no parece española. Al que le parezca que esto no es un halago, que venga y me bese el culo. Los yanquis ya la han comprado para hacer un remake y, Amenábar aparte, a ver cuántos españolitos pueden decir lo mismo.
Mi plano favorito es precisamente el primero de todos. Leí un guión primigenio hace tres mil años, por lo que tan apenas me acordaba de muchos detalles. Mucho menos, tenía en la memoria que el arranque fuera en el parking de un centro comercial. Cuando apareció esa imagen, pensé: ¿He venido a ver Jackie Brown?. En serio, me cautivó, creí estar en otra película, en una yanqui con pasta, medios y la hostia. Todo el viaje que te adentra hacia el bosque mantiene el tono e, incluso cuando Karra Elejalde habla, no parece de aquí. Porqué insisto tanto en esto. Porque parece que, somos tan autocríticos que no logramos distanciarnos con las películas de nuestra propia realidad patria, cuando tratan de un género específico yanqui. Los thrillers españoles no nos los creemos a menos que vayan medio en cachondeo. Somos así de cachondos.
Los Cronocrímenes tiene la gran virtud de poder estar rodada en cualquier país, en cualquier idioma y con cuales quiera medios que tuviera. Es no sólo una sorpresa, porque la mente preclara de Nacho nos ha brindado desde el principio de su existencia de cineasta grandes sorpresas. Es, además de eso, un soplo de aire fresco en nuestro cine.
El giro final funciona a todos los niveles y Bábara Goenaga deja claro que es una actriz de los pies a la cabeza. A veces, su interpretación puede pasar desapercibida, pero es precisamente por esa naturalidad y ligereza que inyecta en sus gestos, en sus miradas y en sus palabras por lo que se torna en un actriz como la copa de un pino.
El viernes, día del estreno la vi. Un día antes, durante la semifinal de la Eurocopa, yo había huido del fútbol y había visto ese peliculón de Sidney Lumet que es Antes que el diablo sepa que has muerto. El domingo, en plena final, y tras darle un buen empujón al guión de La culpa aprieta más gatillos, la volví a ver. Sí, vi Los Cronocrímenes en vez de ver el puto fútbol. Y ¿sabéis qué? Que estuvo de puta madre.
2 comentarios:
Saludos de un convaleciente!
Vamos a ver...vamos a ver...Si quieres ver más películas españolas que no parezcan españolas (Amenabar a parte), tienes que ver también 3 Días de F.Javier Gutierrez y Concursante de Rodrigo Cortés (esta última es una barbaridad, un espectaculo del montaje). Ambas anteriores a Los Cronocrímenes, de una misma generación que nos promete dar un buen giro al cine de nuestro país.
Lo de Lumet no tiene nombre. Eso es cine y el resto una chuminada, y eso que la película no es de las mejores, pero vista la cartelera, uno se da con un canto en los dientes con semejante peliculón.
Yo ayer casi llore cuando Torres marcó el gol, que le vamos a hacer, la furia roja también me atrapó...
A mi ni con dinamita me atraparía... Pero coincido en las películas que dices, amigo Nacho. Espero que estés mejor y a ver si nos vemos pronto. Un abrazo!
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