Ayer vi, de nuevo, Avatar esta vez la edición especial que han vuelto a estrenar discretamente. No es que yo sea muy dado a estas tonterías de ediciones especiales reestrenadas y la película no es que se diferencie demasiado del montaje anterior, si bien hay que decir, que con estos minutos extra, gana. Era la quinta vez que la veía y ni su metraje (aumentado) ni la falta de novedad por varios visionados la desmerecen ni un ápice, todo lo contrario.
Al acabar la proyección de ayer, no hice sino corroborar que Avatar es una obra mayúscula y un espectáculo en toda regla, aunque pese a sus detractores. James Cameron, además de ser más listo que el hambre (por eso está donde está, no solo por saber juntar un plano con otro), seguro que hace enrojecer a otros colegas de profesión en las reuniones sociales angelinas. Ya querrían los Christopher Nolan o los Peter Jackson del mundo filmar con tanto brío desde el año 84 y conseguir lo que él ha conseguido: Poner la primera piedra.
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