lunes, 27 de noviembre de 2006

Vivir para contarlo

"Esto es un volver a empezar,
sacar un revólver con canciones
en forma de balas de la nada y hacerlo sonar".

Así empieza el nuevo disco de los Violadores del Verso, no sé porqué pero me siento muy identificado con él. Quizá sea por sus letras, están llenas de frases como: "que le jodan al espejo, me sobra con la imagen que tengo de mí", "hasta las ratas tienen más corazón", "mi estilo es como el tacto de un dedo contento, pregúntale a las chicas del convento", "voy a beberme hasta las copas de los árboles, voy a tomar de todo menos decisiones", "un nuevo verso brota bajo el sol y es la culminación de mi crisis..."

Todos esos pedazos de verdad me parecen más reales que los charcos que pisas en las calles.

Quizá sea porque después de poner el mundo patas arriba y estar perdido un mes en las montañas, lejos de la civilización y la realidad hace que vuelvas convertido en una piltrafa. Nunca olvidemos que, ante todo, el fracaso. Es la esencia del Gonzo, del hunterismo y de todo que, con distintos nombres, en realidad son lo mismo.

En realidad todo esto del cine es apostar y no tener miedo de perder. De hecho, lo de perder tiene su encanto, sobre todo cuanto el resultado es tan bueno que nadie puede saberlo. Menos mal que todo está quedando de puta madre, sino ya sería suficiente para plantearse el suicidio. Para eso se hacen saltar las cuentas corrientes, los ánimos de la gente y todo lo demás.

Y que nadie se engañe, aún está todo por hacer.

La verdad es que le pedí a Víctor que empezáramos con esto para escribir y, ahora que estoy frente a la página en blanco, no es que no se me ocurra nada, es que no tengo ni putas ganas de hacerlo. En fin, hay días mejores que otros y el tiempo lo cura todo. Mientras tanto, con Bombay y Borsao puedes apartar los cuchillos de los enemigos. Lo demás es tontería.

En la próxima entrada me luciré, lo prometo. O no.

Esto sí es periodismo Gonzo.

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